Algo más que una broma by Lou Carrigan

Algo más que una broma by Lou Carrigan

autor:Lou Carrigan
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial
publicado: 2019-07-23T22:00:00+00:00


CAPÍTULO VI

Mark Ryder y Red Irwing entraron en el despacho de su jefe, captaron la seña invitadora de éste, y se sentaron en sendos sillones, tras saludar con un gesto a Vincent Vaine, que ocupaba una silla colocada junto al sillón del inspector; ambas habían estado tomando notas, evidentemente.

—¿Y bien? —preguntó Lorigan.

—Sí, señor —dijo Ryder—: almorzaron juntas en el Waldorf; los camareros las recuerdan.

—¿Y luego?

—Bueno, luego salieron… Eso es todo. No saben nada más.

—Algo es algo. Nosotros sí sabemos algo más; han encontrado la camioneta «Ford» que utilizaron para llevar la caja con el cadáver a la quinta de Gessell.

—¿Ya? ¿Tan pronto? —se sorprendió Irwing—. ¿Dónde estaba?

—Estacionada indebidamente en la Calle 42.

Irwing y Ryder cambiaron una mirada de estupor.

—¿De veras? —exclamó el primero—. Vaya… ¡Con lo grande que es el mundo! Esos tipos…

—Era robada.

—Ah. Demonios, eso cambia la cuestión. Supongo que leñemos a algunos compañeros buscando huellas en el volante, las puertas y todo eso.

—Claro. Y ya hay distribuidas miles de copias de las fotografías de esos dos sujetos. Por ese lado, sólo tenemos que esperar…, salvo que las huellas nos den alguna pista. Fumad y descansad: esperaremos.

Poco después de las tres de la tarde, desde Huellas les informaban que por aquella parte no había nada que hacer. Ciertamente, habían encontrado huellas en la camioneta, pero ninguna que pudiese servirles para obtener pista alguna buscando en los archivos.

—Mala suerte —fue todo el comentario de Lorigan.

Muy poco después se produjo la llamada desde la Morgue. El inspector Lorigan la atendió, y, cuando colgó el auricular, miró a Vincent Vaine.

—Nada nuevo. Estrangulada, sin más complicaciones. La hora de la muerte queda fijada oficialmente a las tres de la mañana.

La última información provino del laboratorio. Uno de los agentes empleados allí subió con el informe completo… y con una pequeña cajita de plástico transparente, que depositó delante de Lorigan.

—¿Qué es esto? —preguntó el inspector, contemplando aquella cosa oscura dentro de la cajita.

—Lo único que podemos decirle, señor. No hemos encontrado nada interesante en las ropas de la víctima, pero sí en sus zapatos.

—¿Esto es tierra?

—Sí, señor. Es una especie de barrillo que según nuestro Archivo Geológico Nacional debe pertenecer a la zona del Candlewood Lake.

—Eso está en Connecticut, ¿no? —preguntó Irwing—. Casi en la frontera estatal con Nueva York —dijo Vincent—. De manera que, según parece, Margo Grooms salió del estado…

—Eso podría importarle a la Policía, no a nosotros murmuró Lorigan. —¿Seguro que ella estuvo allí, Barnes?

—Bueno, señor —sonrió el laboratorista—: si no estuvo ella, estuvieron allí sus zapatos.

—Es una sugerencia interesante —comentó Lorigan, mientras todos sonreían—. Gracias, Barnes. Puedes retirarte… No, espera… Mark va a acompañarte adonde penemos una camioneta «Ford» que ya ha sido revisada. Quisiera… que buscases en esa camioneta más tierra de ésta. ¿Cuánto calculas que puedes tardar en darme una respuesta?

—Sabiendo ya por qué aguas navegamos, yo diría que no más de media hora, señor.

—Espléndido. Mark, ve con él y regresa cuanto antes con ese informe.

—Okay, señor.

Mark Ryder regresó una hora más tarde, y dijo apenas entrar:

—Había barro de ése en la camioneta, señor.



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